jueves, 8 de septiembre de 2016

¿Ha llegado el momento de rendirme?

(iStock.com/grinvalds)

Un corolario de mi artículo anterior (¿Por qué la pasión por tu idea puede ser un mal consejero?) es que la pasión por sí sola no es suficiente para sacar adelante una idea. Por supuesto, llamaron mi atención a que esto va en contra de la sabiduría popular. Es habitual ver en tu muro de Facebook o LinkedIn frases como "querer es poder", "nada es imposible", "no te rindas nunca",... Estas frases suelen ir acompañadas de historias de éxito de emprendedores, que ante situaciones imposibles, perseveraron y sacaron adelante su proyecto.

Por animadoras que sean estas frases y motivadoras las historias, hay que tener cuidado con el sesgo de supervivencia que introducen en nuestro razonamiento. Difícilmente vas a encontrar historias destacadas sobre los fracasos, por el contrario los éxitos son exagerados y los triunfadores elevados a héroes. Aunque sea un comentario impopular, lo cierto es que no todas las ideas son buenas ni todos los emprendedores valen para ello. A eso tienes que sumarle elementos fuera de tu control, como la coyuntura económica o la mala suerte.

La pregunta más difícil que me han hecho es si debían dejarlo ya. Es una pregunta cargada de sentimiento, del que es difícil abstraerse, porque has estado acompañando al emprendedor, quieres verlo triunfar y ahora lo tienes ahí en un momento bajo. No quiero ser uno más del coro "tú puedes", quiero ser útil.

A fin de sacar las emociones de la ecuación, te propongo líneas de razonamiento para llegar a tu propia conclusión:

1. ¿Ha fallado una hipótesis fundamental?

Al principio de tu proyecto te planteas muchas hipótesis, no pasa nada si descubres que estabas equivocado, te pasará mucho. Pero qué pasa si descubres que una hipótesis fundamental, de la que depende la viabilidad del proyecto, es incorrecta. Una vez te has asegurado de que esta conclusión es correcta, si no puedes darle un giro a tu proyecto para que no dependa de esta hipótesis, quizá lo mejor sea dejarlo.

2. ¿Sigues luchando por algo que en realidad te apasiona?

Sabes con la idea que empiezas, pero no sabes en qué vas a terminar. A medida que desarrollas tu proyecto, cambiarás cosas menores y mayores. Son esos grandes cambios los que debes valorar, ¿es ese nuevo enfoque algo que en realidad te apasiona? ¿Estás a gusto sacrificando una parte importante de tu vida en esto? ¿Es realmente diferencial o te estás convirtiendo en uno más?

3. ¿Puedes seguir "invirtiendo" en tu negocio?

Desarrollar este proyecto tiene un coste de oportunidad, no puedes desarrollar otro. Si tu flujo de caja no deja de ser negativo y tienes que seguir poniendo dinero. ¿En realidad quieres quedarte sin negocio, desempleado y endeudado?

4. ¿Realmente puedes dejarlo?

A medida que desarrollas tu proyecto vas adquiriendo compromisos: Consigues convencer a alguien de que es una buena idea y la desarrolláis juntos. Tu familia y amigos creen en ti e invierten en tu proyecto. Tus primeros clientes, que contra toda lógica, confían en una empresa recién creada. Tus inversores, están convencidos que nunca te rendirás. Convences gente potente para que deje su trabajo y se vaya contigo. Adquieres más clientes, aliados,... suma y sigue. En algún momento de este viaje cruzarás un punto de no retorno, a partir del cual, si te rindes, eres un impresentable. Si has llegado a este punto: "tú puedes".


Lectura sobre rendirse: